Señor, examina mi corazón y revélame, en Tu inmensa e insondable sabiduría las debilidades que yo mismo no conozco de mí y dame la sensatez para trabajar y no intentar ocultar aquellas que sé que poseo, y que me impiden servirte de mejor y mayor manera.
Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. (Juan 8:35-36)
Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto: ¿Qué es el hombre para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano para que lo tomes en cuenta? (Salmos 8:3-4)
Señor, muéstrame a alguien con quien tengo que orar o por quien tengo que orar en lo concerniente a falta de perdón entre nosotros. Quiero experimentar la sanidad que trae el perdón.
Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. (Santiago 1:22-25)
Señor, ayúdame para abandonar el enojo en mi vida y no darle lugar ni siquiera por un instante. No quiero comprometer el proceso de perfeccionarme que has comenzado en mí.
"Se feliz, porque la piedra nunca es tan grande si confías en Dios, porque las injusticias acaban pagándose, porque el dolor se supera, porque el coraje te levanta, porque el miedo te fortalece, porque los errores te hacen aprender y porque nadie es perfecto. DIOS hoy, camina contigo. Feliz Día."
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