Devocional:
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. (Jeremías 33:3)
¿Corazón angustiado, afligido o ansioso? ¿Mente cansada y confusa, agotada de pensar en los problemas? ¿Ojos cansados de llorar y una visión sombría del futuro? ¿Falta de paz, fe y esperanza? Tengo la respuesta para ti: habla con Dios, ¡Él lo solucionará! No hay mejor remedio para el corazón del hombre que tener una buena charla con Aquel que creó el mundo, creó a la humanidad y busca en todo momento relacionarse con ella como el Padre Maravilloso que es.
El mayor problema es que no todo el mundo ha tenido la experiencia de convertirse en hijo de Dios. Una gran proporción aún no conoce al Señor como Padre. Esta experiencia de paternidad tiene lugar cuando creemos y reconocemos a Jesús como Hijo único de Dios (Juan 3:16), cuando confesamos nuestros pecados y recibimos a Jesús como Señor y Salvador: “Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. (Juan 1:12) El canal de comunicación con Dios se abrió con el sacrificio de Jesús. Él es el “único mediador entre Dios y los hombres” (1 Timoteo 2:5).
Cada vez que me encuentro triste, angustiado o preocupado por algo, cuando hablo con el Padre, todo cambia. Puedo estar incrédulo ante una determinada situación, pero cuando hablo con Él, mi corazón se alimenta de fe y esperanza. Hablar con El Señor nos da una nueva percepción de la vida, de las situaciones y de las personas. Con Él mantenemos una conversación alentadora que lo cambia todo.
Te reto a que utilices este día para tener el mejor encuentro de tu vida. Entrega tu vida a Cristo, conviértete en hijo de Dios y vive una relación de amor con el Padre, que es el amor mismo. Y en cuanto a tus problemas y dilemas, ¡habla con Dios, porque sólo Él puede resolverlos!
Oración
Señor, gracias por estar presente en medio de cada uno de mis pasos. Ayúdame a no decaer en la adversidad y a recordar que Tú todo lo puedes, y no hay oscuridad de ningún problema, que pueda apagar la luz de Tu amor y Tu perfección. En El Nombre de Jesús, Amén.
