Engrandécete, oh Jehová, en tu poder; Cantaremos y alabaremos tu poderío. Salmos 21:13
La alabanza es el desbordamiento del agradecimiento que un creyente expresa a Dios por quién es Él y por lo que ha hecho. No debe limitarse a los momentos de bendición, sino que es especialmente valiosa en tiempos de dificultad, adversidad, prueba o persecución. De hecho, muchas veces no se comprende plenamente el poder de la alabanza hasta que se ve cómo transforma la adversidad misma. La adoración no siempre cambia las circunstancias de inmediato, pero sí cambia el corazón y la perspectiva espiritual, invitando al Señor a obrar de maneras profundas.
Cuando una persona alaba al Padre en medio del dolor o del estrés, está manifestando su confianza sincera en Él, incluso cuando no puede ver solución. Este acto de fe tiene un impacto espiritual inmenso: conmueve el cielo y sacude el reino invisible de formas que la mente humana no puede alcanzar.
El enemigo tratará de sembrar dudas, haciéndole pensar al creyente que Dios ha dejado de interesarse por él porque permitió la dificultad. Sin embargo, al alabar al Señor incluso en medio de la aflicción, se está proclamando que la fe no depende de las circunstancias, sino de la Palabra viva y fiel de Dios. Por eso, quien confía en el Señor no debe titubear. Que le alabe ahora, y que se regocije, porque la victoria está en camino.
Señor, gracias por tu fidelidad constante y tu poder que nunca falla. Ayuda a tus hijos a alabarte incluso en medio de las pruebas, sabiendo que su adoración abre la puerta para que tú obres con poder. Que confíen plenamente en ti, seguros de que estás actuando en cada detalle para su bien. Que su alabanza no dependa de las circunstancias, sino de la verdad eterna de tu carácter. Y que en todo momento proclamen tu poder con gozo, sabiendo que la victoria está cerca. En el nombre de Jesús, Amén.