Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. (Génesis 17:5)
Abraham era un hombre muy anciano cuando Dios le cambió el nombre. Curiosamente, su nombre original, sin h, Abram, significaba «padre exaltado», pero Abram no tenía hijos. Él y su esposa eran estériles. Así, Abram era un nombre inapropiado. Era un recordatorio burlón de que no era padre de nadie.
Dios quería hacer algo milagroso. Quería revelar su extraordinario plan de salvación para el mundo convirtiendo el irónico nombre de Abram en uno verdaderamente exaltado. Asi, el Señor renombró a Abram cómo Abraham, que significaba «padre de muchos», y en ese momento, le prometío que sería muy fecundo, que de él descenderían naciones, que de él saldrían reyes y que, con su descendencia bendeciría a todos los pueblos de la tierra. Poco después de su cambio de nombre, nació Isaac, primer hijo de Abraham. De Isaac nació Jacob. De Jacob nacieron Judá y las otras once tribus de Israel. Y del linaje de Judá vino David, del cuál finalmente vino Jesús, el prometido Salvador del mundo.
El cambio de nombre de Abraham dice mucho sobre el plan a largo plazo de Dios para el mundo. Destaca la capacidad de Dios para transformar situaciones que parecen desesperadas, en oportunidades para revelar su inmensa gloria. Lo que parecía imposible para Abram -convertirse en padre de muchas naciones- se hizo posible gracias a la promesa de Dios. Se trata de una prefiguración del plan eterno de salvación de Dios, que se desarrolló a través de la descendencia de Abraham . El plan de Dios no es sólo para los individuos, sino para todas las naciones, y Él obra a través de las generaciones para cumplir Sus propósitos perfectos y eternos.
Padre, te doy gracias por tu increíble plan de salvación y por la forma en que actúas más allá de nuestro entendimiento. Así como Tú transformaste la vida y el nombre de Abraham, Tú puedes transformar los nuestros. Ayúdame a confiar en Tus promesas y a ver Tu mano obrando, incluso cuando las cosas parecen imposibles. Enséñame a creer en Tus planes a largo plazo, sabiendo que Tú eres fiel y que los llevarás a buen término. Te entrego mis propios planes y confío en que Tu camino será siempre el mejor. En El Nombre de Jesús, Amén.