Sin profecía el pueblo se desenfrena; Mas el que guarda la ley es bienaventurado. Proverbios 29:18
El versículo de hoy, nos da una verdad fundamental que debemos seguir, para poder servir a Dios en plenitud: sin un recordatorio palpable de la presencia y la autoridad del Señor, la gente olvida que es responsable ante Él, que sus acciones tienen consecuencias inmediatas y eternas.
Por eso dice el Salmo 111:10: El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre. Por supuesto, podrías preguntarte: ¿Pero qué se gana si la gente tiene miedo de Dios? Cuando la Escritura se refiere al «temor del Señor», no quiere decir que la gente deba tener miedo del Padre o vivir en constante terror de lo que Él hará. Más bien, indica la actitud que debemos mostrar ante Él, que es de extremo temor ante Su santidad, majestad y esplendor. Nos inclinamos con humildad ante el Creador y Rey de toda la creación, Aquel que es omnipotente (todopoderoso), omnipresente (siempre con nosotros dondequiera que estemos, en todo momento), omnisciente (omnisciente y sabio) y omnibenevolente (incondicional y perfecto en Su amor por nosotros).
Tener temor del Señor en su esencia significa tener un corazón de adoración y reverencia por Dios y Su Palabra. Así que es nuestro deber como creyentes, respetar lo que el Padre dice, honrándolo al obedecer Su liderazgo.
Por ello, hoy reconoce que Él es la máxima autoridad con la mayor sabiduría y poder. Mantén tus ojos en Él y ríndete a lo que Él nos ha revelado a través de Su palabra, porque Él es Dios santo. Sus instrucciones para nosotros son buenas, Él está en control, y Él nunca ha roto una promesa. Ciertamente, te conducirá a la estabilidad, el éxito y el bienestar que anhelas.
¡Señor, Tú eres Dios! Te adoro y te obedezco, sabiendo que Tú eres el mayor anhelo del que te busca, el Consejero Maravilloso, Rey Todopoderoso que siempre me guía de la mejor manera posible. Gracias por Tu fidelidad y Tu amor, Padre. No me alejes de Tu presencia, y que no me falte nunca Tu guía y dirección. Te Lo pido, En El Nombre de Jesús, Amén.