Devocional:
Abram tuvo éxito porque era un siervo. No tuvo éxito porque atropelló a los que se cruzaron en su camino. Fue exaltado por Dios porque puso los intereses de los demás por encima de los suyos.
Abram no consideraba a Lot superior a él, como sugieren erróneamente algunas traducciones. Ciertamente, nuestro Señor, que es el ejemplo supremo de humildad, no consideraba a los hombres caídos y pecadores superiores a Él mismo, el Dios infinito y sin pecado. Por el contrario, estaba dispuesto a asegurar el favor del Padre a los hombres a costa de sí mismo. Esperaba la bendición y la justicia en Dios (cf. I Pedro 2:23).
El camino del mundo hacia el éxito es pensar sólo en uno mismo, buscando ser el número uno. Así fue para Lot. La manera de ser bendecido por Dios es levantar los ojos hacia el Número Uno, preocupándose por los demás (cf. Mateo 22:36-40). Ese tipo de vida sólo se puede tener por la fe. Ese tipo de vida sólo puede hacer crecer nuestra fe en Dios.
El punto de partida de todo hombre, mujer o niño es recibir la salvación de Dios. No podemos, no nos atrevemos, a confiar en nuestra propia astucia para asegurar nuestra entrada en el reino de Dios. A menudo, lo que creemos que es el “paraíso” pronto será destruido por la ira de Dios. La fe reconoce nuestra pecaminosidad y confía en la obra de Jesús en la cruz del Calvario para recibir las bendiciones y la seguridad eternas. Nuestros mayores esfuerzos están condenados a la destrucción. Sólo permanecerá lo que Dios promete y nos da.
Que Dios nos ayude a cada uno de nosotros a confiar en Él, no en nosotros mismos.
Oración:
Señor, que pueda yo, ante la dificultad, la prueba, las circunstancias que me afligen, me quitan la paz, retiran de mi la tranquilidad y escapan de mi control, confiar plenamente en ti, como lo hizo Abram, dispuesto a dejar todo atrás por seguirte y glorificarte en Tu ley y voluntad. Que pueda confiar no en mi propia prudencia, ni capacidad, sino en Tu poder, pues todo lo que soy, es producto de Tu gracia misericordiosa y de Tu amor infinito e incondicional para con cada uno de Tus hijos. En El Nombre de Jesús. Amén.