Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios. Marcos 10:27
Cuando enfrentamos situaciones difíciles que parecen imposibles, ¿qué es lo primero que pensamos? La mayoría de nosotros suele decir: «Señor, ¿qué voy a hacer?» Pero, en realidad, esa no es la pregunta que deberíamos hacernos. La verdadera pregunta es: «Señor, ¿qué vas a hacer Tú?» Porque sabemos que para Dios no hay límites y nada está fuera de su alcance.
Aunque lo sabemos en teoría, muchas veces, cuando nos vemos atrapados, sin salida aparente, la angustia y el peso de los detalles nos abruman. Es fácil imaginar los peores escenarios y sentirnos pequeños e incapaces frente a nuestras limitaciones. Miramos las circunstancias, escuchamos las malas noticias y olvidamos quién es el que puede socorrernos.
Por eso, necesitamos aprender a desviar la mirada de nuestros problemas y volver nuestros ojos al Señor. Cuando le permitimos a Dios tomar el control, cuando le damos lugar para obrar, Él interviene de formas que superan todo lo que podríamos imaginar. Él siempre sabe cómo guiarnos hacia la salida, no importa cuán imposible parezca la situación.
Señor, enséñame a mirarte a Ti y no a mis problemas. Cuando todo parezca imposible, recuérdame que para Ti no hay nada difícil. Ayúdame a cambiar mi mirada, a no enfocarme en lo que no puedo, sino en lo que Tú puedes hacer. Te invito a que tomes el control de mis luchas y confío en que Tú me conducirás por el mejor camino. Gracias por estar siempre a mi lado y por obrar más allá de lo que puedo entender. En el nombre de Jesús, Amén.
