El corazón del hombre piensa su camino; Mas Jehová endereza sus pasos. Proverbios 16:9
Muchos creyentes viven esclavizados por la idea de que no deben planificar el futuro ni esperar nada de él, porque no saben lo que les depara. Sin embargo, Dios no diseñó la fe para funcionar con temor o resignación. Él mismo colocó en el ser humano la capacidad de soñar, trabajar y anticipar los buenos planes que Él tiene preparados.
Eso no significa que uno deba fijar su agenda de manera rígida y esperar que Dios simplemente la bendiga. En realidad, las metas bien orientadas nacen de prioridades centradas en Dios, de un corazón que busca primeramente Su Reino y Su justicia (Mateo 6:33). Cuando esa es la base, los planes que se trazan no solo son legítimos, sino también agradables al Señor.
Dios promete llenar de sentido y abundancia la vida de quien se entrega a Él por completo. Y cuando el sistema de valores se moldea conforme al corazón de Dios, entonces sí se está preparado para establecer metas que reflejen Sus propósitos. Así, cada decisión y cada paso se dan bajo la guía, la fuerza y la sabiduría que Él proporciona.
El creyente no camina solo: el Señor dirige sus pasos. Aun si el camino cambia o se vuelve incierto, puede tener la plena confianza de que Dios va delante, detrás y a su lado, conduciéndolo hacia Su propósito eterno.
Señor, gracias por haber dado al ser humano la capacidad de soñar, planificar y esperar con esperanza en tus promesas. Ayuda a quienes te siguen a alinear sus metas con tu voluntad y a buscar primeramente tu Reino en todo lo que hacen. Que cada plan nazca de un corazón moldeado por tus valores y sostenido por tu sabiduría. Dirige sus pasos con tu luz, fortalece su fe cuando el camino parezca incierto y úsales para cumplir tus propósitos eternos. En el nombre de Jesús, Amén.
