Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien. Salmo 34:10
Hoy, abraza esta verdad transformadora: cada mandamiento y exhortación en la Palabra de Dios está impregnado de Su bondad y de Su deseo de protegernos. Cuando el Señor nos llama a alejarnos de ciertos caminos, no lo hace para privarnos de alegría, sino porque Se deleita tanto en nuestro bienestar que desea librarnos de todo aquello que pueda dañarnos.
Dios, que nos conoce profundamente, sabe que a veces intentamos llenar nuestros vacíos con lo que tenemos a mano: placer momentáneo, entretenimiento dañino, relaciones fuera de su voluntad o decisiones que tranquilizan temporalmente el alma, pero terminan debilitándola. Sin embargo, Él también conoce las heridas que esas elecciones pueden dejar. Y por eso, con amor firme y tierno, nos instruye, nos advierte y nos guía hacia lo que verdaderamente satisface.
Buscarlo a Él no es una renuncia, sino una ganancia. Cuando Él es nuestra prioridad, no nos faltará ningún bien. Su Palabra lo promete. Puede que no entendamos el “cómo” o el “cuándo”, pero Su fidelidad es segura. En Él, nuestra alma encuentra reposo, dirección y plenitud.
Así que hoy, confía en que Su voluntad es buena, agradable y perfecta. Pregúntale con sinceridad: “¿Qué es lo que realmente estoy buscando, Señor?”. Y permite que Él te muestre cómo llenar ese anhelo con Su presencia.
Señor, gracias porque todo lo que ordenas en tu Palabra nace de tu amor por mí. Aun cuando no lo entienda del todo, ayúdame a confiar en que tus caminos son los mejores. Muéstrame qué es lo que realmente anhelo y lléname con tu bondad. No permitas que me conforme con sustitutos vacíos. Enséñame a buscarte por encima de todo, sabiendo que en ti no me faltará ningún bien. En el nombre de Jesús, Amén.