Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Mateo 6:6
Habrá momentos en los que nadie conocerá las cargas de tu corazón, solo Dios. Nadie más podrá consolarte, fortalecerte, ayudarte o animarte como lo hace Jesús. Habrá situaciones en las que simplemente no sabrás a quién acudir, y es por eso que es tan importante tener un lugar interior, un espacio apartado donde puedas encontrarte con el Señor y renovar tus fuerzas en Su presencia.
Es verdad que podemos orar en cualquier lugar, pero la habitación interior es ese espacio especial donde habitualmente te apartas para estar a solas con Dios. Allí es donde presentas tus batallas, enfrentas tus tentaciones y atraviesas tus pruebas en total intimidad con el Padre. Ese espacio se convierte en tu refugio secreto, donde tu alma puede descansar y ser restaurada.
Busca tu «habitación interior». Puede ser cualquier rincón sencillo, no necesita ser lujoso ni perfecto. Lo importante es que sea un lugar donde puedas cerrar la puerta al ruido del mundo y abrir tu corazón al Señor. Recuerdo que cuando estaba en el seminario, mi lugar de oración era solo una esquina aislada con una manta, pero con el tiempo, se transformó en un espacio sagrado para mí. Allí conocí la profundidad de la presencia de Dios.
Ese lugar puede llegar a ser uno de los más significativos de tu vida. Porque allí estarás solo tú, Dios y Su Palabra. Allí tu corazón encontrará lo que tanto anhela.
Señor, ayúdame a encontrar y cuidar un espacio tranquilo donde pueda buscarte con regularidad. Dame la disciplina y el deseo de apartar tiempo solo para Ti, lejos de las distracciones y del ruido. Que mi habitación interior se convierta en un lugar sagrado, donde pueda abrirte mi corazón, escuchar Tu voz y ser renovado por Tu presencia. Gracias porque siempre estás ahí para consolarme, fortalecerme y guiarme. En el nombre de Jesús, Amén.
