Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor. Escucha mi oración hecha de labios sin engaño. De tu presencia proceda mi vindicación; Vean tus ojos la rectitud. Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche; Me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste; He resuelto que mi boca no haga transgresión. Salmos 17:1-3
En el Salmo 17, el primer salmo del libro de los Salmos que se identifica como una oración, David ora pidiendo al Señor vindicación y liberación. Era un hombre perseguido por el rey Saúl, que no cejaba en su empeño de matarlo. Los combates se sucedían a su alrededor, el miedo crecía en su interior y, en medio de la noche, Dios puso a prueba su corazón.
Mientras David clama al Señor por ayuda y busca la vindicación divina de su inocencia, su enfoque comienza a cambiar. David declara la misericordia, la salvación, la protección y la justicia de Dios, y convierte su miedo y su concentración en la vindicación en una oración de confianza en el Señor. Aunque el enemigo todavía lo rodea, no permite que su boca peque, sino que permanece seguro en la presencia del Todopoderoso.
Cuando estos momentos de ansiedad, temor y preocupación ocurran en medio de la noche, habla con el Señor acerca de ellos. Él oye tu clamor y te escucha de verdad. En estos momentos, deja que el Señor pruebe tu corazón en lugar de volver a hablar de tu caso contra aquellos que te han hecho daño o quejarte de situaciones sobre las que no puedes hacer nada desde tu cama en mitad de la noche. Más bien, usa esta prueba en medio de la noche para que tu boca invoque el nombre del Señor con confianza. Los encuentros a media noche con el Señor a las 3 a.m. serán una buena evidencia de la integridad de tu corazón.
Señor, que no cese yo de buscarte, en todo momento y en toda prueba, porque sólo Tu Padre puedes librarme de mi angustia y de mi aflicción. En El Nombre de Jesús, Amén.