Era aquel varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Job 1:1
Job sabía lo que significaba ser sorprendido por la catástrofe. En un solo día, perdió a sus hijos, sus bienes y su bienestar. Sin embargo, logró pronunciar palabras que honraban a Dios, afirmaciones de profunda confianza y reverencia. ¿Cómo fue posible? La clave está en su vida previa: “Job hacía así todos los días” (Job 1:5).
Job no improvisó su fe en medio de la tormenta. Él ya había establecido una rutina espiritual fuerte. Su relación diaria con Dios—cultivada a través del temor, la obediencia y la adoración—fue la base sobre la cual pudo mantenerse firme cuando todo lo demás colapsó. Este ejemplo nos enseña una verdad crucial: nunca subestimes el poder de una vida devocional constante.
Muchos esperan a que llegue la adversidad para buscar a Dios, pero ese es el momento más difícil para comenzar a construir fortaleza espiritual. Las batallas se ganan mucho antes del campo de guerra, en los lugares secretos donde buscamos al Señor con constancia. Cada momento que pasamos en oración, cada lectura de Su Palabra, cada vez que le adoramos sin prisas, es parte del entrenamiento espiritual que nos capacita para resistir el día malo.
Puede que hoy tu vida esté en calma. Pero el mejor tiempo para prepararse es ahora. Guarda como un tesoro tus momentos con Dios. Haz de tu devoción diaria una prioridad, no por obligación, sino como expresión de tu amor y dependencia. Y cuando llegue la prueba, verás que tu alma fue fortalecida sin que lo notaras.
Señor, gracias por el ejemplo de Job, que vivió cada día en comunión contigo y cultivó una vida de fidelidad incluso antes de enfrentar la aflicción. Ayúdame a valorar mi tiempo contigo como un escudo invisible que me fortalece para el futuro. Enséñame a ser constante en la oración, en el estudio de tu Palabra y en buscar tu rostro sin depender de las circunstancias. Que mi relación contigo sea firme y profunda, para que cuando llegue la prueba, mi corazón no se derrumbe, sino que se mantenga confiado en tu soberanía. En el nombre de Jesús, Amén.