Palabra:
Los que caminan por la fe deben mantener sus ojos fijos en la recompensa celestial. Hay muchos atajos que tratan de distraernos del buen propósito que el Eterno tiene con nosotros. Abram se enfrentó a varias circunstancias que intentaron desviarle del camino que Dios le había marcado. En algunas pruebas cayó, en otras salió victorioso. Sin embargo, ¡el propósito de Dios se mantuvo firme! Génesis 14 nos muestra una de las pruebas en las que salió victorioso. Tras poner fin a una batalla entre clanes y salvar a su sobrino del cautiverio, Abram es bendecido por Melquisedec y recibe una curiosa propuesta del rey de Sodoma. Siendo digno de aceptar el premio de este rey, no acepta la recompensa. ¿Cuál sería la razón? No dejarse atar por nada que lo retuviera en esa tierra y lo alejara de la promesa que Dios le había hecho.
En el viaje de la vida, tendremos varias oportunidades de entrar por caminos que no glorifican a Dios. Los atajos, las facilidades, la comodidad, los placeres terrenales, los proyectos humanos que exaltan nuestro ego pero no honran a Dios. Abram fue sabio al decir no a lo que lo alejaría de la voluntad divina. Aprende a renunciar a lo que no exalta a Dios. Aunque el propósito de Dios para nosotros sigue siendo firme, esto no significa que podamos hacer el camino laborioso y desastroso en el ejercicio de nuestra libertad en Cristo. La seguridad de la salvación no es sinónimo de vida desordenada. Los que han sido tocados por la gracia desearán sinceramente vivir en profunda dependencia y santificación permanente.
Génesis 14 me enseña que saber renunciar a lo que no exalta a Dios es una señal de que estoy viviendo la nueva vida que he recibido de Dios con temor y responsabilidad.
Oración:
Señor, desátame de aquellas cosas del mundo que me impiden seguirte completamente, y cuando me sienta atraído a ellas, dame la fortaleza para que prevalezcan en mi corazón la verdad de que debos buscar primeramente las cosas de Tu reino y Tu justicia, que todo lo demás llegará por añadidura.