Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entró con su familia: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, Benjamín, Dan, Neftalí, Gad y Aser. (Éxodo 1:1-4)
El libro del Éxodo es uno de los libros más queridos de la Santa Biblia. En él, descubriremos las poderosas acciones de Dios para cumplir la promesa que había hecho a Abraham (Gn 12,15 y 17), de establecer a su descendencia en la tierra prometida. El relato bíblico da un salto de unos doscientos años y nos mostrará que aquellos setenta israelitas que entraron en Egipto se convirtieron en una nación poderosa. Tan poderosa que despertó el temor del rey egipcio, quien determinó un decreto para que todos los israelitas varones recién nacidos fueran arrojados al Nilo. ¿Dónde estaba Dios en medio de este caos?
El Éxodo nos mostrará que Dios ya de antemano se encontraba actuando, aunque su obra no fuera totalmente evidente. Por ello es vital como creyentes mantener fortalecida nuestra paciencia, pues antes de que veamos su gran obra en nuestra vida, como, en este caso de Éxodo, el encargo de Moisés y las diez plagas, El Señor realizará pequeñas acciones e intervenciones, como la bendición y la sabiduría otorgadas a las parteras para eludir el decreto del rey.
Espera grandes cosas de Dios, pero no ignores su acción en las cosas pequeñas de la vida. ¡Dios trabaja en los detalles!
Señor, que no ignore ninguna de Tus obras en mi vida y que honre cada día Tu extensa e incondicional misericordia para llevarlas a cabo perdonándome aún cuando fallo. En El Nombre de Jesús, Amén.