Palabra:
“No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día” (Salmos 91:5)
La analogía de Salmo 91:5 involucra dos realidades: la noche como metáfora de la oscuridad en la que podemos sumirnos o en la que puede el enemigo hacernos caer, si no nos conducimos por las sendas de Dios y las saetas, flechas prendidas en fuego, que en las batallas de la época, eran el arma principal. Estás saetas podrían alcanzarnos si marchamos desprevenidos y no reparamos que solo en el Senor podemos encontrar seguridad y resguardo.
Ante estas dos analogías, que son realidades de la vida, el salmista nos instruye: No tendrás temor del terror, es decir, superaras el principal escollo, que es ser víctima del miedo. Y es ello lo que Dios espera de nosotros, no que declaremos: “si pudiera creer lo suficiente, quizás estaría protegido” sino que en vez de ello, pensemos: “no importa la circunstancia que me ocupe, estaré confiado, porque he recibido la promesa de cuidado y protección, del Señor” y por último nos refuerza: Esas flechas que intentan derrumbarte, en lo espiritual, en lo mental, en lo material, no alcanzarán al que habita “al abrigo del altísimo”.
Pensamiento:
“La oscuridad que intenta apagar la luz de Dios, sólo puede hacer que esta brille más fuerte”