Y aún con todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos, yo no los desecharé, ni los abominaré para consumirlos, invalidando mi pacto con ellos; porque yo Jehová soy su Dios. (Levítico 26:44)
Pasamos por momentos en los que no podemos ver una solución a nuestra dificultad. En esos periodos, tendemos a creer que no hay salida y admitimos la derrota total bajando nuestra mirada, encerrándonos en la desolación. En las horas difíciles de la vida, sentimos que nos han abandonado por completo.
En esos largos momentos, nos cuesta confiar en que Dios se interesa por nosotros, aunque leemos que, incluso cuando atravesamos el valle de sombra de muerte, Dios está con nosotros para apoyarnos, animarnos y rescatarnos.
Recordemos, pues, que creer es confiar contra la evidencia. Si el viento sopla a nuestro favor, no necesitamos confiar. Si el dinero es suficiente para nuestras necesidades y deseos, no necesitamos confiar. Si los amigos llenan nuestra casa, no necesitamos confiar. Si nuestra salud nos hace fuertes, no necesitamos confiar. Si nuestra actuación merece elogios, no necesitamos confiar.
Necesitamos confiar cuando dentro de nosotros y a nuestro alrededor los colores pierden su brillo, el ritmo pierde su fuerza, la luz se desvanece ante la oscuridad.
En los buenos tiempos, doblemos las rodillas o levantemos las manos para dar gracias a Dios por todos los dones que nos ha enviado. En los malos momentos, miremos en nuestro interior y recordemos cómo vivimos gracias al amor de Dios, un amor que nunca muere y nos acompaña hasta el final. Las cosas cambian, pero Él no.
Y si este último objetivo no lo logramos, podemos todavía anclarnos en Su poderosa Palabra y repetir las promesas que Dios nos ha hecho, registradas en la Escritura -memorizadas o impresas en las páginas sagradas que abrimos-, y luego esperar con confianza, pues sin dudas: Él actuará.
Señor, gracias por Tu promesa de librarme en la batalla, de corregirme en el camino de perdición, de darme en medio de la tentación la salida. Cuando pase por el valle de sombre recordaré que estás conmigo y en Tus tiempos perfectos volverás a iluminar, cada uno de mis pasos. En El Nombre de Jesús, Amén.