Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Filipenses 1:20
El ferviente deseo del corazón de Pablo era conocer más a Cristo, vivir para Él, morir diariamente al yo y, si era necesario, dar su vida por el precioso Salvador al que amaba tan entrañablemente. El profundo deseo del ser interior de Pablo era dar lo máximo de sí mismo para gloria de Cristo Jesús, de modo que otros llegaran a conocerle como su Señor y Salvador, al igual que Él mismo lo entregaba todo irrevocablemente a su Señor.
El decidido propósito del corazón de Pablo era exaltar a su Salvador para mayor gloria de Dios y continuar hasta el final de su vida declarando la bondad de su bondadoso Maestro. La resolución más elevada del Apóstol era que en todas las cosas rendía su voluntad a la de su Señor y que tanto vivía como moría absolutamente, enteramente y en todos los sentidos, por Cristo Jesús.
Como prisionero en Roma, procuraba contar la buena nueva de que Cristo murió por nuestros pecados y resucitó al tercer día, pues no se avergonzaba del Evangelio de Cristo. Pablo sabía que era poder de Dios para salvación de todos los que creen.
El apóstol, esperaba y confiaba plenamente en que permanecería fiel hasta el final de su vida y nunca se avergonzaría de su Salvador, sino que seguiría siendo tan audaz por Cristo como lo había sido en el pasado, confiando en que su vida le honraría, tanto si vivía como si moría.
Esforcémonos por ser como Pablo y desarrollemos una ansiosa expectativa de dar lo mejor de nosotros mismos para La mayor gloria de nuestro Padre de los Cielos. Que nos mantengamos firmes hasta el final y que nunca tengamos motivos para sentirnos avergonzados de nuestro Salvador, para que Cristo sea glorificado en todo lo que decimos y en todo lo que somos, cada uno de los días de nuestra vida.
Padre Celestial, cómo alabo Tu santo nombre por toda Tu amorosa bondad hacia mí y hacia todos Tus hijos. Mi ferviente expectativa y esperanza es que no me avergonzaré de nada en mi vida, sino que viviré audazmente para Ti, honrándote y magnificándote en todo lo que piense, diga y haga. Te pido me ayudes, a lograrlo Señor, en el nombre de Jesús, Amén.