Hijo mío, guarda mis razones, Y atesora contigo mis mandamientos. Proverbios 7:1
A menudo se nos dice: “El tiempo cura todas las heridas”, pero sencillamente no es la real verdad. El tiempo en sí mismo no tiene poder para curar; no puede eliminar las formas de pensamiento poco sanas que se forman cuando hemos sido heridos; ni siquiera puede identificarlas. Sólo el Padre puede señalar dónde hemos sido dañados y qué mecanismos destructivos hemos desarrollado para protegernos. Sólo Él reconoce qué mentiras creemos sobre nosotros mismos y qué actitudes nos mantienen esclavizados a todo aquello que nos aleja, consciente o inconscientemente de Él.
Ésta es una de las razones por las que es fundamental e importante estudiar las Escrituras y atesorar Sus mandamientos. Porque a medida que busques refugio en la Palabra de Dios, empezarás a detectar las creencias erróneas que tienes sobre ti mismo. Éste es el trabajo del Espíritu Santo en ti: Expone los mensajes falsos que impulsan tu identidad, tus decisiones y tus interacciones equivocadas con los demás. A partir de alli, Dios empieza a sustituir esas ideas falsas por la verdad que te libera y te hace íntegro (Juan 8:32).
Esto no es algo que ocurra de la noche a la mañana, por supuesto; lleva su tiempo. Pero lo más eficaz que puedes hacer es leer las Escrituras y permitir que el Espíritu Santo te enseñe a través de ellas. Porque cuando te sumerges en la Palabra de Dios, el Padre empieza a renovarte, cambiando tu forma de ver las cosas y dándote Su perspectiva de las situaciones a las que te enfrentas. Te revela las condiciones que desencadenan tus emociones destructivas y te enseña a responder de un modo que todo aquello te edifique en lugar de derribarte, mostrándote, de esa manera, cómo disfrutar de la vida abundante para la que Él te creó.
Así que no esperes; empieza hoy. Ponte de rodillas, abre las Escrituras y espera ante el Padre con actitud de escucha. Te asombrará cómo Él cura todos esos lugares heridos de tu interior.
Señor, gracias por la curación que me traes a través de Tu Palabra. Identifica las creencias erróneas que tengo y ayúdame a caminar en Tu verdad, para disfrutar de los planes perfectos que has diseñado, para cada uno de Tus hijos. En El Nombre de Jesús, Amén.
