Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado. 1 Pedro 1:13
Cuando enfrentamos pruebas, la mente suele ser el primer campo de batalla. El temor, la confusión y la duda pueden nublar nuestro pensamiento y debilitarnos. Por eso la Palabra nos llama a preparar nuestra mente, a mantenernos sobrios y enfocados, listos para enfrentar las dificultades con una perspectiva centrada en Cristo.
¿Cómo hacerlo? Decidiendo no ceder al enojo, los celos, la falta de perdón ni a la ansiedad. Estas actitudes envenenan el corazón y paralizan el espíritu. En cambio, debemos anclar nuestra mirada en la verdad de Dios. Recordemos quiénes somos en Cristo: escogidos, redimidos, protegidos y sostenidos por el Espíritu Santo. Con esa certeza, podemos atravesar las pruebas más duras con esperanza, sabiendo que no son eternas.
La clave está en fijar nuestra esperanza en la gracia de Jesús, confiando en que Su victoria también será la nuestra. Cuando tu mente se alinea con la Palabra, ninguna dificultad puede apartarte de la seguridad de su amor y de su fidelidad.
Señor, prepara mi mente y fortalece mi corazón para permanecer firme en medio de la prueba. Guarda mis pensamientos del temor y la duda, y enséñame a ver todo desde Tu verdad. Recuérdame que en Cristo soy elegido, redimido y sostenido por Tu Espíritu. Fija mi esperanza en la gracia de Jesús y haz que mi fe se mantenga constante, confiando en que Tú me conducirás a la victoria. En el nombre de Jesús, Amén.
