Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Gálatas 5:16
A medida que creces en Cristo, es probable que hayas notado patrones negativos en tu comportamiento que siguen apareciendo. Quizás respondes con dureza a ciertas personas, pierdes los estribos en situaciones específicas o vuelves a hábitos poco saludables cuando surge el estrés. Como describe el apóstol Pablo en Romanos 7:14-24: el deseo de hacer lo bueno está en ti, pero a veces cedes a lo que odias. Esto puede resultar desalentador, frustrante y fuera de control.
Peor aún, el enemigo puede susurrar que tus fracasos prueban que Dios te abandonará. Pero esto no es cierto. El Padre nunca te abandonará, y siempre hay esperanza en tu lucha. La solución no es esforzarse más en tus propias fuerzas, sino rendirse más plenamente al Espíritu Santo.
Tu batalla con el pecado está más allá de tu capacidad, pero no está más allá del poder de Cristo. A través de la oración, las Escrituras y la escucha atenta de la guía del Espíritu, puedes comenzar a caminar en libertad. A medida que estés de acuerdo con lo que Él te muestra y entregues tu voluntad a la Suya, el Espíritu te permitirá superar lo que una vez te esclavizó.
La victoria no se encuentra en esforzarse más, sino en rendirse más profundamente.
Señor, confieso mi debilidad y las luchas que no puedo superar por mi cuenta. Gracias por nunca abandonarme, ni siquiera en mis fracasos. Enséñame a escuchar al Espíritu Santo y a rendirme diariamente a Su guía. Libérame de los hábitos que me frenan y reemplázalos con el fruto de Tu Espíritu. Ayúdame a caminar con Tus fuerzas y no con las mías. En el nombre de Jesús, Amén.
