Manzana de oro con figuras de plata Es la palabra dicha como conviene. Proverbios 25:11
¿Alabas a Dios sólo cuando las cosas van bien? Muchos de nosotros cometemos este error. Debemos aprender a adorarle y darle gracias también en los malos momentos. De hecho, nunca conoceremos el verdadero poder de nuestra alabanza hasta que aprendamos su valor en nuestras pruebas (Hechos 16:16-34). Por ejemplo, la alabanza
- Enfoca tu atención en el Señor en vez de en el desafío.
- Te recuerda la soberanía y el amor perfectos de Dios.
- Prepara el camino para que el Padre libere su asombroso poder en tu vida.
- Te permite reconocer las buenas maneras en que el Señor está obrando en tu situación.
- Magnifica la presencia de Dios y el hecho de que no estás solo.
- Da un poderoso testimonio a los perdidos exaltando el nombre del Señor.
- Llena tu corazón con el gozo y la fuerza del Señor.
Cuando las circunstancias en tu vida parecen insuperables, puedes sumergirte en las profundidades de la desesperación o mirar hacia arriba y regocijarte en el Señor. Puedes culpar a los demás y enfadarte con Dios, o puedes clamar a Aquel que es capaz de convertir tu tristeza en alegría. Alaba a Dios, no sólo por lo que está planeando para tu futuro, sino también por lo que puedes aprender de tu situación actual.
La alabanza es más que una herramienta para los momentos difíciles; es una forma de elevar tu conexión espiritual con Dios. Cuando le alabamos en medio de las tormentas de la vida, declaramos Su Señorío sobre todas las cosas. Demostramos fe en que Dios no sólo tiene el control de los buenos tiempos, sino que es fiel en cada etapa que transitamos. Por lo tanto, abraza la alabanza como un arma y un consuelo
Padre, ¡te alabo! Nada de lo que deseo se compara contigo, y nada de lo que enfrente podrá sobrepasar Tu poder infalible. Gracias por amarme y protegerme. Elijo elevar mi corazón en adoración, confiando en que Tú me llevarás a puerto seguro, salvándome de las tormetas de los desafíos que enfrente . Que mi alabanza siempre te glorifique, Señor, y que encuentre fortaleza y gozo en Tu presencia. Enséñame a alabarte en todas las circunstancias, porque Tú eres digno de todo honor, gloria y acción de gracias. En El Nombre de Jesús, Amén.
