Hijo mío, no te olvides de mi ley, Y tu corazón guarde mis mandamientos; Porque largura de días y años de vida Y paz te aumentarán. Proverbios 3:1-2
Cuando escoges la sabiduría de Dios sobre la del mundo, comienzas a desarrollar una profundidad en tu vida que nunca hubiera sido posible antes de conocer a Cristo como tu Señor y Salvador (Gálatas 5:22-23). Esto se debe a que la sabiduría del Padre es dada no sólo para que puedas tomar decisiones sabias, sino también para que puedas vivir la vida que Él creó, y que desea que disfrutes como creyente.
Vivir sabiamente incluye muchas cosas, una de las cuales es la paz duradera. Cuando ejercitas la verdadera sabiduría -buscando la dirección del Señor y caminando en el centro de Su voluntad, tendrás la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento» guardando tu corazón y tu mente (Filipenses 4:7). Esto se debe a que cuando lleguen los problemas, podrás descansar en el hecho de que la sabiduría omnisciente del Padre te está guiando, lo cual, a su vez, aliviará los sentimientos de ansiedad y estrés. Del mismo modo, un creyente sabio confía en las habilidades de otros miembros del Cuerpo de Cristo, otros cristianos que sirven fielmente a Dios. En otras palabras, no estás solo en esta vida; tienes a otros de los que puedes depender con confianza. Otro beneficio es que descubres las cosas que realmente dan sentido y plenitud a tu vida: los valores, las actividades, las relaciones y las disciplinas que sólo pueden discernirse espiritualmente.
Así que hoy, da gracias por la sabiduría divina que no sólo guía tus pasos, sino que también enriquece tu vida. ¡Dios quiere tanto para ti, querido y querida hermana! Así que elige buscarle, obedecer sus mandamientos y caminar en su sabiduría. Ciertamente, cuando lo hagas, experimentarás la vida en su forma más profunda y mejor.
Señor, ¡muchas gracias por enriquecer mi vida con Tu sabiduría de una manera tan poderosa! Ayúdame a caminar en el centro de Tu voluntad para que mi vida pueda ser todo lo que Tú diseñaste que fuera. Te ruego que me des la fuerza para buscarte diariamente, para seguir Tu guía, y para confiar en el plan perfecto que se que has preparado para mí. Que Tu paz guarde mi corazón y mi mente, especialmente en tiempos de incertidumbre. Enséñame a confiar en Ti y en otros hermanos en el Cuerpo de Cristo para recibir apoyo, y ayúdame a vivir de una manera que refleje Tu sabiduría y gracia. En el nombre de Jesús, te lo ruego. Amén.
