Nunca encontrarás la fuerzas para seguir adelante, si sigues atado a lo que has dejado atrás. Pensar en lo que falló, interntar aliviar por nosotros mismos el dolor, preguntarnos porque fue asi, toma demasiada energía. Por ello, el mejor camino es confiar en Dios, en su plan y dejar que el nos guie hasta nuestro nuevo destino. Nada puede salir mal, si vamos de la mano del que todo lo conoce.