Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. Daniel 2:22
Vivimos en una era donde el acceso a la información es casi inmediato. Basta con escribir una pregunta en un buscador para obtener miles de respuestas en cuestión de segundos. Por eso, a veces puede resultar desconcertante que Dios, quien todo lo sabe, no responda con la misma rapidez nuestras preguntas o peticiones. Y más aún cuando recordamos Su promesa: «Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces» (Jeremías 33:3).
Sin embargo, a diferencia de un motor de búsqueda, el Señor no revela verdades por curiosidad o impulso. Él responde con sabiduría, conociendo a fondo lo que nuestro corazón está listo para recibir. Muchas veces deseamos saber más de lo que podemos comprender o cargar. Y en Su amor, Dios nos protege de verdades que podrían desbordarnos, desviarnos o angustiarnos si las conociéramos antes de tiempo.
El Padre no retiene información por negligencia, sino por cuidado. A cada paso, Él revela lo necesario para guiarnos, edificarnos y prepararnos para lo que viene. Lo hace en su tiempo, de la manera más sabia y perfecta.
Por eso, en vez de desesperarse por lo que aún no se sabe, el creyente puede descansar en la certeza de que Dios sí hablará… en el momento justo.
Señor, gracias por tu amor y sabiduría al revelarme solo lo que estoy preparado para recibir. Ayúdame a confiar en tus tiempos y en tu guía, incluso cuando no comprenda todo lo que ocurre a mi alrededor. Fortalece mi fe para seguir adelante con paz, sabiendo que tú nunca me dejarás en la oscuridad. Que aprenda a esperar en ti, con paciencia y esperanza, confiando en que tu revelación siempre llega en el momento perfecto. En el nombre de Jesús, Amén.
