Temed a Jehová, vosotros sus santos, Pues nada falta a los que le temen. Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien. Salmos 34:9-10
Ninguno de nosotros quiere perderse las bendiciones que el Señor ha planeado para nuestras vidas. Naturalmente, queremos recibir cada uno de los dones que Él desea darnos. Sin embargo, debido a las decisiones que tomamos, a menudo perdemos las cosas buenas que Él ha tenido en cuenta, colocar en nuestro camino. Un ejemplo bíblico de esta verdad podemos encontrarlo en el episodio en el cuál la nación de Israel vagó por el desierto durante cuarenta años, más porque se negó a obedecer a Dios, y a entrar en la Tierra Prometida, que por los propios designios que El Señor había obrado en la realidad del pueblo. Aunque los israelitas estaban al borde de una tremenda bendición, los líderes tenían demasiado miedo de los desafíos que tenían frente a ellos. Así que se apartaron del derramamiento de la bondad de Dios para su nación por su incredulidad y en consecuencia, su falta de fe (Números 13-14).
La vida cristiana es una vida de entrega y obediencia, no de independencia y rebeldía. Vivir una vida así significa llevar nuestras decisiones al Señor y estar dispuestos a aceptar su dirección. Recuerda, Dios siempre nos guía de la mejor manera posible debido a Su carácter perfecto, sabiduría y poder. Así que debemos aprender a escucharlo y no proceder hasta que Él nos dirija en el camino que debemos seguir.
Así que hermana que lees estas líneas, abre la Palabra de Dios y permite que Su Espíritu te hable mientras te inclinas ante Él en oración. Mantén tu enfoque en Él sin importar las circunstancias que se presenten. Y haz siempre lo que Él dice. Porque como advierte el Salmo 34:9-10, “Temed a Jehová, vosotros sus santos, Pues nada falta a los que le temen. Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien”.
El camino para recibir las bendiciones de Dios es a menudo un camino que requiere paciencia y confianza. Puede que no siempre entendamos por qué se cierran ciertas puertas o por qué se retrasan ciertas bendiciones, pero debemos confiar en Su tiempo. A medida que permanezcamos obedientes y fieles, veremos que Sus planes para nosotros son siempre para nuestro bien y para Su gloria. Los tesoros que Él tiene para nosotros valen la espera.
Señor, te doy gracias porque todo don bueno y perfecto viene de Tu mano. Confieso que a veces he sido impaciente y no he querido esperar Tus tiempo de bendición. Ayúdame a caminar en todos Tus senderos para que pueda agradarte y experimentar todas las buenas dádivas que has planeado para mi vida. Que pueda confiar en Tu tiempo perfecto y obedecer Tu guía, sabiendo que Tú sabes lo que es mejor para mí. Gracias por los planes que tienes para mi futuro, y por la dirección que deseas darme, de forma que pueda recibir todas las bendiciones que has preparado para mí. En El Nombre de Jesús, Amén.
Señor, sé que muchos de los problemas que estoy enfrentando se deben a que no he tomado en serio Tu Palabra. Por favor, perdóname y guíame por el camino que debo seguir. Ayúdame a alinear mi corazón con Tu voluntad y a caminar en obediencia. Confío en que Tu Palabra me guiará hacia la paz y la alegría. Que pueda experimentar la vida abundante que Tú prometiste, y que mi vida refleje Tu bondad y fidelidad. Me rindo a Ti, confiando en Tu sabiduría y guía. En el nombre de Jesús, Amén.