Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría; Si la hallares tendrás recompensa, Y al fin tu esperanza no será cortada. Proverbios 24:14
Mucho de lo que el Señor te está enseñando mediante Su revelación, tiene el propósito de prepararte para la eternidad. En Juan 17:3, Jesús nos dice: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”. El objetivo principal del Señor es profundizar tu relación íntima con Él, una conexión que perdurará incluso después de que este mundo se desvanezca. Cada lección, prueba y bendición está cuidadosamente diseñada para alinear tu corazón con Sus propósitos eternos.
Sin embargo, el desafío radica en las fortalezas terrenales que hay dentro de ti, formas en las que te resistes a Dios y persigues deseos mundanos y fugaces (Apocalipsis 18:14). Estas búsquedas pueden parecer buenas y correctas desde tu perspectiva, pero Dios ve mucho más allá de lo que puedes imaginar. Él desea protegerte del dolor que pueden causarte los objetivos miopes que se erigen como barreras que impiden que recibamos sus bendiciones y gracias. Muchas de las pruebas y desafíos a los que te enfrentas son Su manera de realinear tu enfoque hacia las prioridades eternas que son las que realmente importan. (1 Juan 2:17).
Tus planes a menudo se centran en el aquí y ahora, ofreciéndote consuelo para esta vida. Pero el Señor ve el panorama más amplio y no quiere que llegues a la eternidad lamentándote por las oportunidades desperdiciadas. Su perspectiva es siempre eterna: se centra en cómo vives y en las recompensas que disfrutarás en Su reino eterno. Como enseña Jesús, el Padre desea que des «frutos que permanezcan» (Juan 15: 16). A través de Su sabiduría y guía, te prepara para abrazar plenamente el gozo de la vida eterna con Él, una vida llena de alabanzas e iluminada por Su gloria.
Padre, gracias por amarme lo suficiente como para prepararme para la eternidad. Te alabo por redirigir mi corazón lejos de las distracciones temporales de este mundo y hacia el gozo eterno que se encuentra en Tu presencia. Enséñame a dar frutos duraderos, a vivir con la mirada puesta en Tu reino y a confiar en Tu sabiduría infalible. Señor, ayúdame a renunciar a mis planes y deseos, sabiendo que Tus propósitos conducen al gozo y la paz duraderos. Fortalece mi fe mientras me refinas a través de las pruebas, y ayúdame a caminar en obediencia a Tu Palabra. En El Nombre de Jesús, Amén.