Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia. Proverbios 21:5
¿Has considerado alguna vez el hecho de que la diligencia es un rasgo de carácter crucial que es vital para el éxito de la vida cristiana? Pablo instruyó a Timoteo: «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.» (2 Timoteo 2:15). Del mismo modo, antes de que el apóstol Pedro enumerara los rasgos de carácter de la fe, la virtud, el conocimiento y el dominio propio, exhortó a sus lectores a poner «toda diligencia» en adquirirlos (2 Pedro 1:5). Esto se debe a que tales cualidades no se encuentran en cristianos superficiales. Sólo arraigan en el carácter de una persona a través de una aplicación y una búsqueda constantes, que empieza justamente con nuestro apego perseverante en seguir las revelaciones de la Santa Palabra del Señor.
De allí que, la motivación primordial de nuestra diligencia no deba ser nuestra ganancia material, porque eso no perduraría. Más bien, nuestros esfuerzos persistentes deben ser aplicados a buscar a Dios y proclamar las Buenas Nuevas de salvación a través de nuestro Salvador, Jesucristo. De hecho, Jesús dijo: «Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.» (Juan 9:4).
Y así, para caminar en sabiduría, debemos obedecer y aplicar activa y concienzudamente la Palabra de Dios a nuestras vidas y proclamarla a los demás sin desfallecer ni perder la esperanza. Como instruye Deuteronomio 4:9, «Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.» Nuestro tiempo es limitado y más breve de lo que pensamos, y como creyentes, debemos estar atentos a cada oportunidad de compartir a Cristo mientras podamos. Así que no te rindas, incluso cuando el camino sea difícil. Por el contrario, hónralo diligentemente en todo lo que digas y hagas. Porque ciertamente, ese es el camino incuestionable a la bendición, que Él mismo desea otorgarte.
Señor, confieso que a veces quiero rendirme, al ver las grandes dificultades del camino. Ayúdame a ser diligente, para resistir con fe en Ti, que has prometido guardar, librar y hacer vencedores, a todos los que en Ti creen. Gracias Padre por tan grande fidelidad. En El Nombre de Jesús, Amén.