No te alabes delante del rey, Ni estés en el lugar de los grandes. Proverbios 25:6
En nuestro mundo actual, la humildad no se considera una cualidad deseable del carácter. Se nos anima a promovernos a nosotros mismos y a jactarnos de nuestros logros, afirmando nuestro derecho a ser escuchados. Pero en el Reino de Dios, la mansedumbre es un atributo esencial que los creyentes deben demostrar. Esto se debe a que la humildad era una cualidad integral del carácter de Cristo.
Para hacerse Hombre, Jesús renunció a la gloria, la majestad y el poder que eran Suyos en el cielo. Filipenses 2:7-8 nos dice que Él «se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.». No sólo eso, sino que, como Hombre, Jesús «no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.» (Mateo 20:28). Se sometió amorosamente al plan de Su Padre y renunció incluso a sus derechos terrenales para poder rescatarnos del pecado. La vida de Jesús demuestra la importancia de ser humilde y nos da un modelo claro a seguir.
Puede que pienses que para convencer a los demás de su necesidad de Jesús, debes impresionarles con tus conocimientos bíblicos, tus habilidades oratorias, tus logros o tu ingenio. Sin embargo, si no tienes un espíritu humilde, entonces no exaltarás a Jesús. Él es a quien la gente necesita ver más a través de los cristianos que han sido tocados por Su gracia. Así que no te promuevas a ti mismo o lo grande que eres. Más bien, sirve humildemente a los demás como lo haría Jesús, en Su nombre. No hay duda de que cuando te abres a ser usado por Cristo para Sus propósitos, te sorprenderás de todas las oportunidades que Él te trae.
Padre, por favor perdóname las veces en que cometí el error de promoverme a mí misma en lugar de glorificarte a ti. En humildad, me someto a Ti para que otros puedan volver a Ti y aceptar Tu salvación. En El Nombre de Jesús, Amén.