Devocional:
Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro. (1 Pedro 1:22)
Bien dijo el apóstol Pablo: Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. La obediencia a este mandamiento conduce al cumplimiento de todos los demás. Si alguien ama a otro como a sí mismo, ¿le hará daño? ¿Robará? ¿Adulterará? ¿Vivirá rodeado de envidia, ira, odio? Desde luego que no.
Cuando experimentamos el amor de Dios que toma cuenta de nuestro corazón y a partir de ese amor, reconocemos su gracia, y su favor sobre nosotros, llegamos a amar a los demás de la misma manera, con gracia. Dios nos ama con tanto amor que no dudó en proporcionarnos un camino para volver a Él, y ese camino es Jesucristo (Juan 14:6). Él es el puente que Dios creó para que pudiéramos adquirir la salvación de nuestra alma y caminar en dignidad frente a Él (Juan 3:16). Su amor por nosotros se demuestra día a día a través de su cuidado, protección, sustento y cada provisión que nos da.
El mundo está en guerra, experimenta crisis morales, éticas, económicas, etc., todo por la falta de este amor que es todo genuino y verdadero (1 Corintios 13). El mundo necesita un amor desinteresado, sincero y fraternal. Un amor que se revele en actitudes, un amor que se preocupe por los intereses de los demás, que renuncie a su propia felicidad para hacer feliz al otro. Este tipo de amor sólo procede de una fuente: ¡Dios! Él es el amor mismo (1 Juan 4:8). Él es el único que nos permite amar incluso a quienes nos odian.
Es hora de reflexionar sobre cómo hemos amado a nuestro prójimo y ver si El Señor ha estado presente en esa forma en que nuestro afecto fue entregado a los que nos rodean. ¿Ha sido nuestro amor fingido, interesado y sólo de palabra? ¿O hemos amado como Jesús nos ama, preocupados por dar verdadero honor a los demás, haciéndonos humildes servidores de nuestro hermano, amando de todo corazón y sinceramente? Que Dios se apiade de nosotros y nos perfeccione para amar según su voluntad. Que el amor desinteresado forme parte de nuestra vida y sea un reflejo del amor de Dios en nosotros.
¡Aprendamos a amar desinteresadamente!
Oración:
Señor, enséñame a amar con Tu amor, desinteresado, bondadoso, sincero y de buen corazón para servirte a Ti, sirviendo de la mejor forma a todo aquel que encuentre en mi camino. En El Nombre de Jesús, Amén.