Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Mateo 7:24-25
Es posible que haya oído hablar de la famosa Torre Inclinada de Pisa, en Italia, pero ¿ha oído hablar de la torre inclinada de San Francisco?
Se llama Millennium Tower. Construido en 2008, este rascacielos ligeramente torcido de 58 plantas se alza orgulloso en el centro de San Francisco ciudad famosa, del también famoso estado de California en los Estados Unidos.
¿Pero sabes cuál es el problema que ocasionó este peculiar desperfecto? Sus cimientos no son lo bastante profundos. Así que ahora se ven obligados a reformarlo con reparaciones que podrían costar más que toda la torre cuando se construyó originalmente, un arreglo que algunos creen necesario para evitar que se derrumbe durante un terremoto.
Cuando los cimientos no son lo bastante sólidos, puede sobrevenir la catástrofe. Jesús enseñó algo parecido al final de su Sermón de la Montaña. En Mateo 7:24-27, compara a dos constructores: uno que edificaba sobre roca y otro sobre arena. Cuando llegó la inevitable tormenta, sólo quedó en pie la casa con cimientos sólidos.
¿Qué significa esto para nosotros? Jesús afirma claramente que nuestra vida debe basarse en la obediencia y la confianza en Él (v. 24). Cuando descansamos en el Señor, nuestra vida puede encontrar un fundamento sólido gracias al poder y la gracia eterna de Dios.
Cristo no nos promete que nunca nos enfrentaremos a tormentas. Sin embargo, cuando afirma ser nuestra roca, sabemos que las tormentas nunca derribarán nuestros cimientos fortificados por la fe en Él.
Padre, las tormentas son inevitables en la vida y muchas veces nos golpearán sin siquiera avisar. Ayúdanos a vivir diariamente en tu Palabra y a fortalecer nuestro vínculo contigo, para que, cada vez que una de ellas, amenacen con deshacer nuestro avance, encontremos en Ti, el fundamento del que sostenernos para volver nuevamente, al puerto seguro de Tu grandiosa voluntad. Que asi sea Señor. En El Nombre de Jesús, Amén.
