La vara y la corrección dan sabiduría (Proverbios 29:15)
Cuando Dios pone sus ojos sobre algún aspecto de tu vida -como un pecado, una fortaleza o un temor que desea desarraigar-, puede sorprenderte descubrir que tus dificultades pueden aumentar, y las pruebas que lleguen a Tu camino sean mayores y te golpeen justo donde más te afecta. Esto puede parecerte extraño porque te estás reconciliando con el Señor y estás dispuesto a cambiar. Quizá te preguntes: “¿Por qué no me ayuda el Padre? ¿Por qué esta situación ha empeorado en vez de mejorar?”.
Clamas a Él y encuentras consuelo y paz, pero aún asi, la prueba no termina, y no puedes comprender lo que El Señor está haciendo con tu dificultad.
Lo creas o no, lo que estás experimentando es absolutamente normal, y una parte necesaria para liberarte de la esclavitud que hay en ti. Verás, la adversidad no sólo es un puente hacia una relación más profunda con Dios, sino también el camino hacia la libertad y la curación. Como un cirujano que extirpa el cáncer con pericia, Él debe atravesarte justo donde se concentra el dolor, justo donde reside la podredumbre en tu interior. Por eso utiliza las pruebas como Su bisturí preciso, haciendo incisiones meticulosas y hábiles en tu vida, que son agonizantes, pero absolutamente necesarias para que seas plenamente libre de lo que te está destruyendo (Jeremías 18:3-4).
¿No hay un camino más fácil? te preguntarás. La simple verdad es que se aprende más en las dificultades de la vida que en las bendiciones. Y el hecho de que Él siga trabajando en ti es una prueba de que no sólo ve tu gran potencial, sino que también desea tocar al mundo a través de ti de una manera asombrosa (Hebreos 12:4-11). Así que no desesperes. Más bien, confía en que tu Padre celestial te guiará de la mejor manera posible.
Padre, no entiendo Tus caminos, pero confío en Tu corazón. Gracias por liberarme de esta esclavitud. En El Nombre de Jesús, Amén.