Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Marcos 11:23
Como vivimos en un mundo exigente, todos tenemos montañas que escalar y montañas que mover. Mover esas montañas requiere fe. Y la experiencia de intentar, con la ayuda de Dios, mover montañas forja el carácter.
- ¿Eres una persona que “mueve montañas” a través de una que fe es evidente para que todos la vean?
- ¿O por el contrario, en la desesperanza, has caído en el derrotismo espiritual?
Mientras piensas en la respuesta a esas preguntas, considera lo siguiente: Dios necesita más personas dispuestas a mover montañas para Su gloria y para Su reino.
Toda vida -incluida la tuya- es una serie de victorias y derrotas. En cada paso del camino, a través de cada triunfo y por supuesto por medio de cada derrota, Dios camina a Tu lado, te sostiene y lleva de Su mano, y está listo y dispuesto a fortalecerte. Así que la próxima vez que pongas a prueba tu carácter, recuerda llevar tus temores al Señor. Si le invocas, serás consolado. Sea cual sea tu reto, sea cual sea tu problema, Dios puede manejarlo.
Así que fortalece tu fe mediante la alabanza, la adoración, el estudio de las Escrituras y la oración. Y confía en los planes de Dios. Con Él, todo es posible, pues Él está dispuesto a abrirte un mundo de posibilidades… si tienes fe.
Hoy, piensa en las veces que has dudado en compartir tu fe. Y mientras contemplas el día que tienes por delante, piensa en tres formas concretas en las que puedes vocalizar tu fe a familiares y amigos.
Padre, dame una fe que mueva montañas. Tú tienes grandes planes para este mundo y grandes planes para mí. Ayúdame a cumplir esos planes, Señor, mientras sigo las huellas de tu Hijo. En El Nombre de Jesús, Amén.
