Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo. Efesios 4:15
Todos queremos desarrollar nuestra fe, pero ¿cómo podemos medir el progreso hacia la madurez espiritual? He aquí una breve lista de puntos de referencia en los que fijarnos. Sabemos que nuestra fe, esta dando fruto espiritual cuando:
Somos cada vez más conscientes de nuestra pecaminosidad y debilidad. Cuando leo biografías de hombres y mujeres piadosos, queda claro que no “mejoran” con la edad y la madurez espiritual. Al contrario, se vuelven cada vez más sensibles a su dependencia del Señor.
Respondemos al pecado con un arrepentimiento rápido. No afrontar el pecado de una manera inmediata, puede representar una rebelión contra Dios. Los creyentes que experimentan un crecimiento profundo en su fe, se apartan de las malas acciones y abrazan la rectitud con un compromiso casi automático. Cuando empezamos a ver los buenos resultados de la dependencia fiel al Señor y el arrepentimiento, nuestro deseo de obedecer se intensifica, y la atracción del pecado disminuye.
Reconocemos el beneficio potencial de las luchas. La fe suele desarrollarse a través de las dificultades. Así que veremos la madurez en nuestra relación con Dios cuando veamos las pruebas y las tentaciones como oportunidades de crecimiento.
Pero recuerda que la lista anterior es sólo un punto de partida. Pasar tiempo en la Palabra de Dios y buscarlo incesantement en oración, en toda circunstancia, es la mejor manera de acercarse a Jesús. Y ten la seguridad de que, pase lo que pase, para los que esperan en Dios y confían en Él, Él actúa en su favor (Isaías 64:4).
Señor, anhelo crecer en fe cada día. Permíteme sumergirme más profundamente en tu Palabra y en tu presencia. Ayúdame a confiar en ti en medio de las pruebas y a caminar en obediencia a tu voluntad. Que mi fe se fortalezca y florezca, llevándome más cerca de ti y reflejando tu amor a todos aquellos que me rodean. En El Nombre de Jesús, Amén.