Habiendo amado a los Suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Juan 13:1
En la víspera de Su sufrimiento, Jesús reveló la profundidad de Su amor. Aunque sabía que la traición y la muerte eran inminentes, se arrodilló como un siervo, lavando los pies de Sus discípulos, incluso de Judas, quien ya se había vuelto contra Él. El Rey de reyes se humilló para limpiar lo que otros considerarían insignificante: la suciedad y el polvo de sus pies.
Esta es la imagen del amor de Dios por ti. Nada en tu vida es demasiado pequeño, oculto o vergonzoso para que Él lo toque. Él desea tu obediencia externa y la limpieza de cada parte de tu ser, incluso aquellos lugares que preferirías mantener cubiertos. Al permitirle ministrarte plenamente, experimentas la maravilla de Su amor que nunca se detiene, nunca se rinde y siempre busca tu plenitud.
Señor Jesús, gracias por amarme hasta el final. Ves cada parte oculta de mi vida, pero aún te arrodillas para limpiarme, sanarme y restaurarme. Ayúdame a no ocultarte nada y a entregarlo todo, incluso lo más roto o vergonzoso. Lávame y hazme completo, para caminar en la libertad de Tu amor y extender la misma humildad y gracia a los demás. En El Nombre de Jesús, Amén.
