Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, No consientas. (Proverbios 1:10)
Proverbios 1:10 nos recuerda la importancia de rodearnos de personas sabias y piadosas. El versículo dice: “Hijo mío, si los pecadores te seducen, no consientas”. En otras palabras, no debemos dejar que la influencia perniciosa de otros, que probablemente no siguen el camino de Dios, haga mella en nuestra fe, nuestros valores espirituales y nuestra relación con Dios. Hay que hacer la salvedad de que no se trata de juzgar al otro, despreciarlo o alejarlo de nosotros; sino de establecer límites saludables, y en comunión fraternal y educación, cuando vemos que nuestra fe, puede estar puesta en riesgo.
Y de lo anterior, lo mismo dicho para nuestro caminar por el mundo, que puede también presentarnos tentaciones seductoras para desviar nuestra dirección de la voluntad que Dios ha trazado para nuestra vida. Si no somos cautos, astutos e inteligentes, podemos dejarnos influir fácilmente por estímulos que observamos a nuestro alrededor, que hasta inconscientemente pueden hacernos caer en los vacíos, de los que justamente el Señor, trata día a día de alejarnos.
Como cristianos, estamos llamados a vivir en comunidad unos con otros. No estamos hechos para una existencia en soledad, sino para apoyarnos y animarnos mutuamente en nuestro camino con Dios, teniendo también la paciencia, y la madurez, para aceptar hermanos alejados de las sendas del Señor, siempre colocando como prioridad preservar nuestros valores y en lo posible ayudarlos a ellos a entrar en razón.
Que El Señor nos dé la gracia para mantenernos en comunión fraterna con nuestros hermanos creyentes, y la sabiduría e inteligencia para acercar a Dios a aquellos hermanos, que se han perdido en el camino, y que muchas veces hasta sin mala intención, tratan de llevarnos con ellos.
Señor, danos la sabiduría, el equilibrio y la sobriedad para poner límites sanos a relaciones que puedan hacernos daño. Danos la inteligencia para corregir y ayudar a los hermanos que se han alejado de Ti, danos la paciencia para entender sus trasgresiones y también la decisión, de, si es necesario, marcar distancia, siempre sin rencores, ni resentimientos, para preservar nuestra obra y nuestro camino hacia Tu gloriosa voluntad. Ayúdanos a lograrlo, Padre, Te lo pedimos, En El Nombre de Jesús, Amén.
