Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. (Salmos 121:1-2)
Las nubes bajaban, bloqueando el horizonte y limitando mi visión del paisaje. El tiempo pasaba y yo estaba de mal humor. Pero entonces, al caer la tarde, las nubes empezaron a desaparecer y lo vi: el hermoso Pikes Peak, el punto de referencia más reconocible de mi ciudad, junto a la cordillera. De repente sonreí. Me di cuenta de que incluso la perspectiva física, la visión literal, puede afectar a la visión espiritual. Y recordé la canción del salmista: “Alzaré mis ojos a los monetes” (Salmo 121:1). A veces, ¡simplemente necesitamos elevar más la mirada!
El salmista reflexionó sobre la fuente de su ayuda, quizá porque las cimas de las colinas que rodeaban Israel estaban llenas de altares dedicados a dioses paganos que a menudo albergaban ladrones. Tal vez porque el salmista miró más allá de las colinas y vio el monte Sión, donde se alzaba el Templo, pudo recordar que su Dios era el Creador de “los cielos y la tierra” (v. 2). En cualquier caso, para adorar debemos mirar hacia arriba. Debemos elevar la mirada más allá de nuestras circunstancias, de nuestros problemas y juicios, mucho más allá de las promesas vacías de los falsos dioses de nuestros días. Sólo entonces podremos ver al Creador y Redentor, al que nos llama por nuestro nombre. Él es quien “te guarda en todo lo que haces” hoy y siempre (v. 8).
Oración:
Padre, gracias por ser nuestro Creador y Protector. Ayúdame a elevar mis ojos y mi confianza hacia ti, para que en todo momento encuentre yo la alegría y la esperanza de saber que me acompañas por los valles oscuros, los días de batalla, por todas las tormentas de la vida, y por que de todas ellas me libras y me brindas la victoria. En El Nombre de Jesús, Amén.