Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Juan 15:26
¿Alguna vez has pensado: “No necesito ayuda, si quiero que se haga bien, lo haré yo mismo”? La mayoría de nosotros, en algún momento, hemos tenido esa mentalidad. Sin embargo, en la vida cristiana, depender únicamente de nuestra fuerza suele conducir a frustración y fracaso, porque estamos llamados a apoyarnos en el poder y la sabiduría de Dios, no en los nuestros.
El Padre conoce nuestras necesidades y, en Su bondad infinita, nos ha dado un Ayudante incomparable: el Espíritu Santo. Él te enseña lo que necesitas saber (Juan 14:26), te consuela con Su presencia (Juan 14:16-18), te guía en tu caminar diario con Jesús (Juan 16:13), ora por ti en tu debilidad y te fortalece interiormente (Romanos 8:26-27; Efesios 3:16), produce el carácter de Cristo en ti (Gálatas 5:22-23) y te capacita para servir y testificar eficazmente (Hechos 1:8; 1 Corintios 12:1-11).
No importa el desafío que enfrentes hoy: no estás solo. El Ayudante está contigo, listo para darte fuerza, dirección y sabiduría. Confía, llámalo y experimenta Su poder obrando en tu vida.
Espíritu Santo, gracias por ser mi Ayuda constante y fiel. Enséñame, guíame y consuélame en cada paso que doy. Fortaléceme en mi debilidad, moldea mi corazón para reflejar a Cristo y ayúdame a confiar en Tu poder más que en el mío. Capacítame para servir y testificar con eficacia, honrando a Dios en todo. Entrego mi vida a Tu liderazgo y confío plenamente en Tu sabiduría. En el nombre de Jesús, Amén.
