El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir. (Mateo 20:28)
Nunca nos parecemos tanto a Jesús como cuando adoptamos un corazón de siervo. Aunque Él es el Señor de toda la creación, vino a esta tierra no para ser atendido, sino para servir con humildad y amor. Como dice la Escritura: «se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo» (Filipenses 2:7). Cada vez que tú y yo decidimos servir con compasión, generosidad y entrega, nos estamos alineando con el carácter de Cristo.
Este servicio, sin embargo, no se basa en la búsqueda de reconocimiento ni en la aprobación de los demás. Es una respuesta amorosa al llamado del Maestro que nos dice: «De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis» (Mateo 25:40). Servir a otros es servir a Cristo mismo.
Por eso, cada vez que visitas al enfermo, consuelas al triste, alimentas al hambriento o simplemente escuchas a quien necesita ser oído, estás reflejando el amor de Dios. No hay acto de servicio pequeño cuando nace del amor y es guiado por el Espíritu.
Hoy, pídele al Señor que te muestre cómo puedes servir con gozo. Porque en el servicio humilde, lleno del Espíritu, encontramos el verdadero propósito y la profunda alegría de parecernos más a Jesús.
Señor, gracias por mostrarme con Tu vida lo que significa servir con humildad y amor. Lléname de Tu Espíritu para que pueda ver las necesidades a mi alrededor y responder con compasión. Ayúdame a dejar a un lado mis propios intereses y a vivir para hacer Tu voluntad. Que cada acto de servicio que realice dirija a otros hacia Ti, y que a través de mi vida muchos puedan conocer cuánto los amas. En El Nombre de Jesús, Amén.
