El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano. Proverbios 18:24
En Éxodo 33:11 leemos: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”. ¿Te has preguntado alguna vez si esto es posible para ti? ¿Puedes realmente acercarte tanto a Dios como lo hizo Moisés? Por supuesto, ésta es una pregunta que a muchos de nosotros nos cuesta responder. Aunque aceptemos que el Señor es amoroso, digno de confianza y capaz de librarnos de nuestros problemas, no estamos seguros de hasta qué punto nos permitirá intimar con Él.
Sabemos intelectualmente que el principal deseo del Padre es que tengamos una relación íntima y personal con Él. Pero cuando nos arrodillamos para orar, nuestros sentimientos de pensar que no somos dignos de Él pueden apoderarse de nosotros, haciéndonos dudar de que realmente merezcamos Su presencia. Sin embargo, comprende que no es nuestra valía lo que obstaculiza la profundidad de nuestra relación con Dios. El Señor nos acepta basándose en la muerte de Cristo en la cruz, no por lo que hayamos hecho o dejado de hacer (Efesios 2:8-9). Una vez que confiamos en Cristo como nuestro Salvador, siempre podemos acercarnos con confianza al trono de la gracia (Hebreos 4:14-16).
Moisés pudo disfrutar de una comunión tan profunda con el Padre por la forma en que pasó su tiempo con Él. Moisés no se limitó a acudir a Dios en busca de dirección o alivio para sus problemas. Entró en la presencia del Señor para conocerle. Moisés escuchó a Dios y aprendió Sus caminos, como haría un verdadero amigo. Así que hoy, comprende que sí, puedes acercarte tanto a Dios. Pero debes entrar en Su presencia para conocerle, no sólo para recibir cosas de Él. Ésa es la clave para tener la intimidad con El Señor, que realmente, necesitas y deseas.
Padre, quiero conocerte como Moisés. ¡Revélate a mí, mi Señor y mi Salvador! En El Nombre de Jesús, Amén.
