Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, Para contar todas tus obras. Salmos 73:28
Una de las verdades más consoladoras de la fe es que Dios siempre está presente. No importa cuán grande sea la oposición o cuán pesados parezcan los problemas, el Señor está más cerca de lo que imaginas, más fuerte que cualquier enemigo y siempre dispuesto a ayudarte. Su presencia no depende de que la veas: es constante, firme y segura.
El profeta Elías lo comprendió en el monte Carmelo. Se presentó solo frente a 850 profetas de Baal y Asera, pero no estaba solo en realidad: confiaba plenamente en el Dios de Israel. La multitud y las falsas deidades no podían intimidar al Todopoderoso. Cuando el fuego descendió del cielo, todos reconocieron: «¡Jehová es Dios!» (1 Reyes 18:39).
Quizás hoy te sientas rodeado de dificultades. Pero recuerda: también estás rodeado por la presencia del Señor. Aunque tus desafíos sean visibles y Dios parezca invisible, Él sigue siendo tu refugio y tu fortaleza. No estás desamparado, porque tienes a tu lado al Dios que promete ser «nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones» (Salmo 46:1).
Señor, gracias por recordarme que nunca estoy solo. Aunque los problemas me rodeen y me sienta sobrepasado, sé que eres más grande que cualquier adversidad. Enséñame a descansar en Ti como mi refugio y fortaleza, y a caminar con la confianza de que Tu presencia me sostiene. Renueva mi fe para que en todo momento pueda proclamar con convicción: Tú eres mi Dios y en Ti pongo mi esperanza. En el nombre de Jesús, Amén.