Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Mateo 4:19
Pedro y Andrés estaban inmersos en su rutina habitual, echando las redes al mar, cuando Jesús pasó junto a ellos y les llamó. No hubo explicaciones extensas, ni promesas de seguridad o reconocimiento. Solo una invitación sencilla, poderosa y transformadora: «Venid en pos de mí». Y sin dudarlo, dejaron sus redes, su sustento, su zona de confort… y le siguieron.
Lo que no sabían en ese momento era que aquel “sí” cambiaría no solo el rumbo de sus vidas, sino el curso de la historia. Aquel llamado no fue solo a caminar junto al Maestro, sino a participar con Él en el más grande de los propósitos: alcanzar corazones, restaurar almas y traer luz donde había oscuridad.
Hoy, Jesús continúa llamando a hombres y mujeres comunes para cumplir propósitos eternos. Tal vez no comprendas todo lo que Él quiere hacer contigo. Puede que no veas claramente el camino, pero cada acto de obediencia abre la puerta a la transformación. Dios no busca perfección, sino disposición. Y cuando tú respondes, Él se encarga de formarte, de equiparte y de usarte como instrumento de salvación.
No temas soltar las redes que te atan al pasado o a tus propias expectativas. No subestimes lo que Dios puede hacer a través de tu vida rendida. Aquellos que se atreven a decir “sí” se convierten en portadores de esperanza, pescadores de hombres, reflejo del amor de Cristo en un mundo que tanto lo necesita.
Señor, gracias por llamarme a seguirte. Aunque muchas veces no entienda todo Tu plan, elijo confiar en Ti. Dame valor para dejar atrás todo lo que me impide avanzar, y enséñame a caminar por fe. Moldea mi vida conforme a Tu propósito, y hazme un instrumento útil en Tus manos. Como Pedro y Andrés, quiero seguirte con todo mi corazón. Hazme pescador de almas. En El Nombre de Jesús, Amén.
