Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación. (Juan 11:51)
Leyendo el Evangelio de Juan, puede que encuentres un pasaje extraño. Después de que Lázaro resucitara de entre los muertos, los líderes religiosos se reunieron para abordar cómo tratar a Jesús. Temían que el enorme número de seguidores de Cristo provocara que los romanos destruyeran Israel para evitar una insurrección.
Sin embargo, el sumo sacerdote Caifás vio una oportunidad de ganarse el favor de Roma. Señaló: “conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca” (Juan 11:50). En otras palabras, sacrificarían a Cristo para demostrar a Roma que Israel no estaba interesado en rebelarse. Pero lo más chocante es que Caifás lo dijo porque Dios mismo le había mostrado que Jesús moriría por la nación.
Por supuesto, sabemos que Caifás escuchó lo que quiso y confundió completamente lo que el Señor le había revelado. Pero el punto es que Dios a veces guiará a sus oponentes a hacer Su voluntad, incluso si lo hacen por la razón equivocada. Al final, el plan de salvación del Señor tuvo éxito, no sólo para Israel, sino para todo el mundo. Dios también logra Sus propósitos para ti. Lo que otros usan para el mal, Él puede usarlo para el bien, siempre.
Padre, confío en que Tu plan soberano siempre está en marcha, incluso en situaciones que se muestren como difíciles y desafiantes. Ayúdame a confiar en Tu sabiduría y en Tu capacidad para convertir cada circunstancia apremiante en algo positivo, sin importar lo que otros pretendan. Que siempre crea que Tú estás haciendo Tu obra, en y a través de todo, para cumplir Tus propósitos en mi vida. En El Nombre de Jesús, Amén.