Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz. Salmos 139:11-12
En un mundo turbulento cómo el de hoy, la injusticia, el crimen y la deshonestidad parecen campar a sus anchas, y lo único constante parece ser el cambio. Afortunadamente, servimos al Señor Dios, cuyas acciones son perfectas, cuyo carácter es intachable y que cumple todas las promesas (Hebreos 13:8). Podemos tener plena confianza en Él porque Él es:
- Omnisciente. El conocimiento de nuestro Padre es completo, ninguna circunstancia está oculta para Él (Lucas 12:2-3). No hay motivo o proceso de pensamiento que Él no discierna.
- Omnipotente. Dios tiene poder total sobre todas las cosas; nada está fuera de Su control. Ninguna autoridad en el cielo o en la tierra puede frustrar Sus propósitos (Job 42:2).
- Omnipresente. No hay persona o lugar en toda la creación que esté fuera de la presencia del Señor (Salmo 139:7-12). Todo el espacio y el tiempo están a Su vista, y Él nunca pasa por alto a nadie ni nada que pueda tener un impacto en tu vida.
- Dios no puede mentir (Tito 1:2). Él siempre dice la verdad, y Sus palabras son impecables. Así que puedes confiar en Sus respuestas a tus oraciones y en la confiabilidad de Su Palabra.
Amigo, el carácter del Padre no se ve afectado por el tiempo, el lugar, las personas o las circunstancias. Él no comete errores en lo que dice o hace porque Su conocimiento es perfecto, Su soberanía es completa, y todo está bajo Su vista. Toda promesa está garantizada en Jesucristo (2 Corintios 1:20). Él nunca te fallará, abandonará o engañará (Deuteronomio 31:8).
Señor, te alabo por traer verdad y estabilidad a un mundo que hoy, por la gran influencia del enemigo, se ha vuelto, cada día más engañoso y cambiante. Protégeme y dame sabiduría para afrontar la batalla, en medio de este mundo Señor, para glorificarte y que sea A Ti, en cada paso que dé, todo el honor, la gloria, el poder y la alabanza. En El Nombre de Jesús, Amén.