Escucha:
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús ” (Filipenses 3:12-14)
Piensa:
Una de las personas de mayor motivación que conocí durante mi paso por la universidad fue Félix, genio graduado en física y matemática pura, de edad avanzada al que vi como ejemplo para poder continuar el arduo camino de la ingeniería. Recuerdo siempre sus palabras: “Mis conocimientos nunca fueron tomados en cuenta por grandes instituciones, pero yo los convertí en valederos ayudando a jóvenes como tú a cumplir sus objetivos. Hasta el último día haré lo que se hacer, enseñar ciencias exactas, porque es a lo que he sido llamado”.
En las escrituras de hoy, observamos como el apóstol Pablo se mantuvo siempre firme en la esencia de lo que Dios quería que fuese e hiciese. Ya sea perdido en naufragio sobre el mediterráneo, razonando con filósofos en Atenas o preso y encadenado, Pablo centró sus esfuerzos en su llamado a conocer a Cristo, estimando este fin como el más alto al afirmar: “estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él” (Filipenses 3:8-9)
La lección ganada de Félix, seguir nuestra esencia, la brindada por Pablo juntar esa esencia con el deseo de conocer cada vez más del Señor, de acercarnos a Él y dirigirnos por las sendas que nos revela Su palabra.
De esa forma, continuemos firmes al propósito al que hemos sigo llamados, recordando siempre que en ese propósito debemos ser fieles a ser y actuar como seguidores ejemplares del Señor, prosiguiendo la meta, como dijo Pablo “al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14)
Que así sea.
Ora:
Señor, Guía mis pasos para encontrar desde mi verdadera esencia el propósito al que me has llamado. Determina mi espíritu para proseguir cada día la meta de servirte, obedecerte y aprender más de Tu grandeza, poder y misericordia . Amén.