Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16
Incluso una pequeña vela parpadeante puede disipar la oscuridad en una habitación completamente a oscuras. Aunque la llama de una vela sea insignificante comparada con la de una bombilla halógena de gran potencia, puede atravesar la oscuridad, proporcionando luz y calor.
Mateo 5 es el comienzo del Sermón de la Montaña, donde Jesús estableció la ética y los principios para vivir en el Reino. Él, como Moisés en el libro del Éxodo, sube a una montaña para recibir un nuevo conjunto de instrucciones y entregarlo al pueblo de Dios. Jesús reunió a las multitudes a su alrededor y las llamó a un discipulado radical.
Jesús dice que Sus seguidores son la «sal de la tierra» y la «luz del mundo» (Mt. 5:13-14). Estas dos metáforas ayudan a explicar cómo la presencia de Dios en el interior de Sus hijos puede influir en el mundo y transformarlo. Una vez que se añade sal a la comida, no se puede quitar. El sabor distintivo de la sal impregna la comida, e incluso cuando ya no puedes ver los granos de sal, sin duda puedes saborear sus efectos. El mismo efecto puede producir una lámpara. Su resplandor puede verse desde grandes distancias, iluminando todo lo que esté a la vista.
Debemos ser sal y luz. Como sal de la tierra, estamos llamados a sazonar la sociedad en la que vivimos para que, cuando los demás nos conozcan, no sólo sientan la presencia de Dios en nosotros, sino que también «saboreen» el reino de Dios en la tierra. Como luz del mundo, estamos llamados a disipar la oscuridad que nos rodea. La presencia iluminadora de Dios en nuestro interior puede señalar a los demás a Jesús, que es la «luz del mundo» definitiva (Juan 8:12).
¿Cómo actúas tú como «sal» y «luz»? ¿De qué maneras concretas iluminas el camino para que los demás vean a Jesús? ¿Qué pasos concretos puedes dar hoy para realzar y preservar la cultura que nos rodea con el amor y la misericordia de Dios y dar a conocer Su presencia a un mundo perdido y moribundo?
Padre amoroso, a medida que el mundo se oscurece, Tu luz brilla con más intensidad. Muéstranos cómo ser «sal» y «luz» para todos aquellos que nos rodean. Que tengamos el valor de compartir con los demás Tu presencia iluminadora dentro de nosotros. En El Nobmre de Jesús, Amén.