“El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.” (Juan 12:25-26)
Una de las cosas que más me preocupaba en un momento de mi vida, era lo que otros pensaran de mí. Trataba de actuar conforme a sus expectativas para obtener su aprobación y así buscar que tuvieran opiniones satisfactorias en cuanto a lo que era y como me comportaba.
Al acércame al Señor y conocerlo, me di cuenta de que cometía un grave error. Si te preguntará una palabra que te describe, o cinco cosas que te representan ¿Qué dirías? ¿Te gustaría ser conocido por una palabra, por cinco cosas o por ser un seguidor de Jesús?
Al darme cuenta y reflexionar sobre esas interrogantes, llegue a la conclusión de que al ser un sievo fiel del Señor, servirle con gratitud y en mi obrar diario, tomar decisiones para glorificarlo, ya no cobraban importancia las descripciones que pudieran darme los demás. ¿Qué más honor que el que nos otorga Dios por servirle con fidelidad? ¿Podría haber algo mejor?
Todas las palabras positivas que otros puedan otorgarte, no se acercarán a la maravillosa experiencia de ser honrado por el Señor. Incluso al servir con gratitud a Cristo, observarás como esas opiniones positivas, llegarán en abundancia, como parte de esa grandiosa bendición que es recibir el honor de Dios en nuestras vidas.
Señor, ayúdame a tomar decisiones que te rindan honor. Llévame a ser consciente de la importancia de servirte con fidelidad y gratitud y no de como otros puedan describirme. En El Nombre de Jesús, Amén.