Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:10
Todos los creyentes serán recompensados por su servicio a Dios cuando comparezcan ante Cristo. Eso te incluye a ti.
La clave no está en la magnitud de tu obra —ni en el lugar ni en la tarea específica que el Señor te haya encomendado—, sino en tu motivación. ¿Sirves por amor a Dios y para agradarle a Él, o buscas otra cosa?
Colosenses 3:23-24 nos exhorta:
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia; porque a Cristo el Señor servís.”
Si tu meta es ganar reconocimiento, riqueza o prestigio, o si buscas la aprobación de otros, tus esfuerzos estarán mal dirigidos. Pero si tu corazón está orientado hacia Dios y tu mayor anhelo es escucharle decir:
“Bien, buen siervo y fiel” (Mateo 25:21),
entonces vas por el camino correcto.
Recuerda que las recompensas terrenales son temporales, pero las que vienen de Dios son eternas. Así que invierte sabiamente tu vida, dedicándola a Su servicio y propósito.
Señor, enséñame cómo invertir mi vida para que te honre siempre, para que cada una demis acciones den gloria a Tu nombre, y para que cada uno de mis pasos, sea en todo momento conforme a Tu Santa Voluntad. En El Nombre de Jesús, Amén.