No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Filipenses 4:11
¿Alguna vez luchas con la satisfacción? Tal vez tienes comida, ropa y comodidades, pero aún así sientes que te falta algo. El apóstol Pablo conocía muy bien esta lucha. Aunque estuvo encarcelado y privado de necesidades básicas, hablaba con esperanza y confianza, declarando que había aprendido a estar satisfecho, tanto en la abundancia como en la escasez.
Pablo no era un optimista ciego. Había enfrentado rechazo, persecución y profundo sufrimiento. Sin embargo, descubrió el secreto de la verdadera satisfacción: confiar en la fuerza de Cristo en todas las circunstancias. Su alegría no provenía de posesiones, libertad o éxito exterior, sino de permanecer en Jesús día tras día.
De manera similar, nuestros sentimientos de insatisfacción suelen surgir de un enfoque equivocado. Cuando nuestros ojos se fijan en lo que nos falta, el descontento crece. Pero cuando los fijamos en Cristo, descubrimos que todo lo que necesitamos —paz, fuerza, provisión y propósito— ya se encuentra en Él.
Señor, enséñame el secreto de la verdadera satisfacción. Perdóname por las veces que he puesto mi atención en lo que me falta en lugar de descansar en Tu suficiencia. Ayúdame a confiar en la fuerza de Cristo en toda circunstancia, sea en abundancia o en necesidad. Llena mi corazón de paz y gratitud, recordándome que en Ti tengo todo lo que realmente necesito. Fija mis ojos en Jesús, mi fuente de alegría y satisfacción. En Su nombre, Amén.