Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará. Salmo 1:1-3
Es posible pasarse toda la vida conociendo las verdades de Dios y nunca experimentar ninguna de ellas. El mero hecho de conocerlas no significa que formen parte de tu vida. Esta es la pregunta importante: ¿Qué haces con la Palabra de Dios, cómo ella influencia y moldea tu vida? Algunas personas se permiten caer bajo el dominio del pensamiento impío hasta el punto que la Palabra de Dios no hace ninguna diferencia para ellos. Si tu buscas el consejo de personas impías, te encontrarás alejándote de la dirección que la Palabra de Dios revela cómo el camino correcto. Si intencionalmente buscas presonas alejadas del Señor, por una u otra razón, como tus compañeros, ellos te guiarán por otros senderos que te llevarán lejos de Dios. Si eliges unirte a aquellos que son despreciativos, eventualmente te volverás también una persona de desunión.
El justo no encuentra aliento en las opiniones de los demás, sino en la Palabra de Dios. No se conforma con un conocimiento superficial de las Escrituras, sino que medita en ellas día y noche hasta quedar satisfecho de que lo que lee refleja su propia experiencia. Llega a ser como un árbol frutal que se mantiene firme en la orilla del río. El árbol está bien nutrido y produce frutos deliciosos y hojas abundantes. La gente viene de lejos para sentarse a su sombra y disfrutar de su fruto.
Si permites que Dios implemente Su Palabra en tu vida, otros obtendrán ánimo de ti. Cuanto más crezcas en la justicia de Dios, más fuerte te harás. Un flujo constante de personas te buscarán porque saben que tu vida será una bendición.
Señor, que sea como el firme árbol que plantado junto a las aguas, no se conmueve, ni es retirado de sus raíces. Que con tal firmeza me fundamente en Tu Palabra y la revelación que de ella nos has dejado, para salvación y servicio de Tu Reino, con el objetivo de que Tu Santo Nombre sea siempre exaltado y recibas de cada uno de Tus hijos, la mayor de las glorias. En El Nombre de Jesús, Amén.