Está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas. Todo valle se rellenará, Y se bajará todo monte y collado; Los caminos torcidos serán enderezados, Y los caminos ásperos allanados; Y verá toda carne la salvación de Dios. (Lucas 3:4-6)
La voz que clamaba en el desierto exigía un camino para el Señor, un camino preparado, y un camino preparado en el desierto. Yo estaría atento al anuncio del Maestro, y le daría un camino hacia mi corazón, trazado por operaciones de gracia, a través del desierto de mi naturaleza. Las cuatro direcciones en el texto deben tener mi seria atención.
Todo valle debe ser exaltado. Los pensamientos bajos y rastreros de Dios deben ser abandonados; la duda y la desesperación deben ser eliminadas; y el egoísmo y los deleites carnales deben ser abandonados. A través de estos profundos valles debe levantarse una gloriosa calzada de gracia.
Toda montaña y colina serán abatidas. La orgullosa suficiencia de la criatura y la jactanciosa justicia propia deben ser niveladas, para hacer una calzada para el Rey de reyes. La comunión divina nunca se concede a los pecadores altivos y prepotentes. El Señor respeta a los humildes y visita a los contritos de corazón, pero los altivos le son abominables. Alma mía, ruega al Espíritu Santo que te enderece a este respecto.
Lo torcido será enderezado. El corazón vacilante debe tener marcado un camino recto de decisión por Dios y por la santidad. Los hombres de doble ánimo son extraños al Dios de la verdad. Alma mía, cuídate de ser en todo honesta y verdadera, como ante los ojos del Dios que escudriña el corazón.
Las asperezas se allanarán. Los escollos del pecado deben ser removidos, y las espinas y zarzas de la rebelión deben ser arrancadas de raíz. Un visitante tan grande no debe encontrar caminos cenagosos y lugares pedregosos cuando viene a honrar a sus favorecidos con su compañía. Oh, que esta noche el Señor encuentre en mi corazón un camino preparado por su gracia, para que pueda avanzar triunfalmente por los confines de mi alma, desde el comienzo de este año hasta el final del mismo.